lunes, 1 de abril de 2013

A pesar del tiempo, una Semana Santa grande en hermandad


Definitivamente, el día de ayer, el más importante del calendario litúrgico, puso de manifiesto el alto grado de cohesión social que presenta en la actualidad nuestra Hermandad de Santiago. En realidad llevamos exhibiendo buena ‘salud’ en términos fraternos desde hace muchos años, pero es en momentos difíciles como los vividos en la recién finalizada Semana Santa, y no en aras de una aspiración determinada, cuando tan preciado rasgo merece ser públicamente reconocido. Y es que no resulta sencillo asimilar cómo tus sagrados titulares no han podido este año repartir bendiciones por las calles de su pueblo por mor de las adversas condiciones climatológicas. Y nosotros, hermanos, lo hemos hecho con entereza y saber estar, tanto el Viernes Santo como ayer, Domingo de Resurrección.


Especial mención merece nuestra junta de gobierno, que ha estado a la altura de las circunstancias en todo momento. Desde la experiencia que me dictan mis seis años como oficial de gobierno, os aseguro que no hay decisión más dolorosa que suspender la salida procesional de tus veneradas imágenes. Pero cuando esa decisión, tomada desde la responsabilidad que tal encomienda exige, es respaldada con firmeza por el conjunto de hermanos, el trance se torna menos doloroso y nuestro corazón compungido se ensancha de amor y espíritu fraternal. Y el respaldo ha sido mayúsculo, poniendo de relieve el verdadero sentido del término hermandad. El mismo que nos permitió ayer vivir una de las vueltas de Resurrección más apoteósicas que se recuerda, donde la única lluvia que cayó fue en forma de papelillos coloraos y amor desmedido hacia la que es, desde tiempo inmemorial, Reina y Señora de Castilleja. Por eso, cuando ayer nos fuimos a la cama, no lo hicimos apesadumbrados por los reveses sufridos, sino henchidos de orgullo por pertenecer a la hermandad soñada.