Despedirse de nuestros seres queridos es un duro trance al que uno no termina nunca de acostumbrarse. Pero hay momentos especialmente dolorosos e injustos como el actual, en el que debido a la situación de estado de alarma los velatorios y funerales se han visto afectados.
En estas circunstancias tan especiales hemos recibido esta mañana la triste noticia del fallecimiento de mi tío Antonio Oliver Luque. Un nuevo mazazo familiar. Llevabas mucho pasado en los últimos años. A tu delicado estado de salud, que tantas similitudes guardaba con el que atravesó hace varias décadas tu madre, mi querida y admirada abuela, se unió la rápida pérdida de tu esposa, verdadero baluarte de la familia Oliver Vázquez. Desde entonces tu estado de ánimo, otrora jovial, se había vuelto más alicaído, y con razón. No era para menos. Pese a ello, siempre nos deleitabas con esos ramalazos de humor tan característicos en nuestra familia. Y has podido vivir todos estos últimos años con la mayor comodidad posible dadas las circunstancias, y en todo momento arropado por tus tres maravillosos hijos, mis primos, ejemplos de compromiso y responsabilidad. Además, personalmente me llevo el recuerdo de que pudiste conocer a mi hijo Enrique y tenerlo a tu lado. Una estampa que ya no olvidaré.
Pese a todo esto, no era el momento de irte, así no, sin poder despedirnos de ti y acompañarte hasta el último momento. Casualidad, o no, lo has hecho un Jueves de Pasión, también diferente al que estamos acostumbrados a vivir. El día en el que, portando a nuestro venerado titular, el Santísimo Cristo de los Remedios, tu Cristo, recorremos espiritualmente por las calles de Castilleja el camino que hizo Jesús hasta el monte Calvario mientras cargaba la Cruz, interiorizando el sufrimiento que padeció. Ayer miércoles, como si de un alarde premonitorio se tratara, llamabas a tu hermana Rosalía, mi madre, la que siempre se ha desvivido por ti, y le pedías una foto del Señor porque necesitabas tenerlo lo más cerquita posible. Ya la tenías preparada para hacértela llegar lo antes posible. Pero no va a ser posible. Esta tarde, a las 20:00 horas, vaya con la hora también, se rezará un responso en la intimidad por tu alma. Como no puedo acompañarte, yo seguiré mi Vía Crucis interior en memoria tuya, por mi madre, por tus hijos y, en definitiva, por toda mi familia, de la que estoy más orgulloso que nunca. No te llevas la foto porque ya estás con ÉL. Descansa en Paz. Te quiero mucho, tito.