sábado, 8 de diciembre de 2012

La última voluntad de Salvador Naranjo


Recientemente ha sido publicada la trigésimo primera edición de Soledad, el boletín religioso, cultural e informativo de la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol (Castilleja de la Cuesta). En su interior, concretamente en la página 60, podéis encontrar la colaboración que he prestado como coordinador del Coro de Campanilleros 'Nuestra Señora de la Soledad'. Aquí os la presento también.



A lo largo de la extensa trayectoria de Soledad se ha escrito mucho y bien sobre el Coro de Campanilleros ‘Nuestra Señora de la Soledad’. Entrevistas, publicaciones periódicas, compendio de letras de coplas, fotografías, resúmenes de actuaciones por multitud de rincones de la geografía andaluza, etc. La recopilación y puesta en valor de tan ingente testimonio se lo debemos, en gran medida, a nuestro difunto hermano Salvador Naranjo González-Pola. En julio de 1994, con motivo de la celebración del Santo Rosario de la Aurora, Salvador llegó a nuestro pueblo atraído por los relatos de doña Carmen Ramírez Gómez en su libro Campanilleros y Villancicos de Andalucía I (1984). ¿Qué le había llamado tan poderosamente la atención? A saber, además del mencionado Rosario, Las Jornaditas, la Misa de Honra ‘cantada’ por campanilleros a través de las denominadas coplas de ánimas y el que éstos salieran a cantar en noviembre por las calles de la localidad solicitando limosnas para la Hermandad.  Muy pronto quedó deslumbrado por nuestras tradiciones e inició su particular singladura como investigador de todo lo relacionado con el colectivo campanillero. 

Durante años, este gran apasionado por los temas navideños, ejerció con loable vitalidad y destreza las labores de coordinador del coro, ganándose el respeto, cariño y admiración de todos sus componentes y de la Hermandad en general. Entre sus principales logros podemos situar la implantación de un modelo organizativo interno hasta entonces inexistente y su obstinado afán difusor. En ningún momento, nada ni nadie logró menoscabar la atención de nuestro hermano hacia su coro. Ni siquiera esa severa enfermedad que terminaría acabando con su vida a finales de octubre de 2010. Él siempre sacó tiempo de donde no había para acercarse a sus hermanos placeños, exhibiendo en todo momento un afán de superación memorable. Curiosamente, unas semanas antes de su sentido fallecimiento, y a requerimiento de nuestro hermano Salvador, me desplacé cierta tarde –en compañía del también campanillero Francisco Javier Tovar– hasta su domicilio particular en el sevillano barrio de Heliópolis. Allí pudimos comprobar la evidencia de su deterioro físico; sin embargo, pese a lo esperado, mostraba un ánimo impropio y una sorprendente entereza. Deseaba hacernos entrega de toda la documentación que hasta la fecha había recopilado sobre nuestro coro de campanilleros, con idea de que a partir de entonces fuera custodiada para su análisis y estudio en el archivo de la Hermandad. Además, nos emplazó a que no cejáramos en el empeño de conservar la tradición de la campanilla en el seno de nuestra corporación, pues –tal como él acertadamente nos indicó– no sólo supone una seña de identidad para orgullo de nuestros hermanos, sino para todo el pueblo de Castilleja.

Aprovechando esta nueva edición de Soledad y la cercanía del llamado mes de los difuntos, deseaba compartir con vosotros el último anhelo del que, durante muchos años, fue gran valedor de la campanilla de la Plaza allende nuestro término. Nos corresponde, pues, hacer perdurable ese deseo en el tiempo. Y debemos cumplirlo no sólo por él, también por todos aquellos hermanos campanilleros que, desde el momento preciso de su génesis, contribuyeron con sus voces al encumbramiento de nuestro tradicional coro.

Pueden consultar la nueva edición de Soledad accediendo al siguiente enlace: Soledad. Nº 31, noviembre 2012.